lunes, 21 de marzo de 2011

Saúl Díaz Parra, Poeta y Novelista

Comenzaré diciendo frases sueltas, como:


Dime que porno ves y te diré quién eres
O confesaré diciendo una cosa
Hace rato cuando fui a orinar,
Pensé que si existiese la reencarnación,
Me gustaría reencarnar en un tipo negro y musculoso
Llamado Carl
Que fuese, una de dos,
Un héroe deportivo
O un actor porno de éxito....
no importa, ambas son iguales en calidad para mí.
lo pensé mientras veía mi chingadera de verga
y pensé en un instante, en la eternidad del alma
y en que si volviese a reencarnar
me gustaría ser negro, llamarme Carl,
y tener una verga de como medio metro
pero que pudiese crecer
hasta llegar a tocar en la puerta de alguna de tus casas
ahí, donde los actores porno conviven
(ARMONICAMENTE)
con músicos que llaman a malas horas
para decirte que tu pedido finalmente está listo.
Ahí en tu mundo donde todo es bello
como una pradera de un plástico que,
si lo rascas, desprende perfume Anais Anais
O Jean Paul Gaultier o alguna de esas pócimas poderosas
Y donde tipos como yo no tenemos cabida.

Ahí en tu mundo, donde seguramente departes momentos increíbles
con un hombre guapo o con un diablo
dándose festines, placenteros
como las lenguas de las víboras
en aquel mundo donde tus flores huelen tanto a rastro
que su aroma no llega hasta aquí,
pero sí su anhelo, su tierno galopar de yegua en celo
y pornográfica, como la reata expandible del tal Carl
renacido, encarnecido y mal encarado
y taciturno animal silvestre, que mete letras
que no corresponden en las palabras, pero pensándolo mejor
¡Qué se jodan las palabras!
¡Que le den por culo a las palabras!! Que ese tipo trasgreda a las palabras y las utilice a
su voluntad, cuando quiera hablar de tu mundo,
profanamente, como intento hacerlo ahora
con esta lengua de serpiente madura,
de toro mitológico, de caricatura infantil
de retrato
de inexistencia
de bilis colorada por pleitos rojos
de profanidad silábica,  cilíndrica, cadenciosa, como es
LA MUERTE ahí en tu mundo
Al que profano con mis pensamientos
Al que quisiera arrebatar y destruir con la tonta bestialidad
que corroe expulsada de mi corazón por las venas,
con mi pene demasiado pequeño al lado del de, el tal Carl
Con mis manos hechas charcos, con mi corazón hecho
el desvelo de la musa, de la décima puta
de la novena puta y de todas las demás putas….
ahí en ese tu mundo tan perfecto,
dónde todos en verdad persiguen algo
dónde hacen cosas de provecho….
dónde ufano mis cantos
donde la podredumbre que emana
del deseo de tenerte y poseerte
ahoga
como si fueses la potra que vino del cielo para no ser tomada, sino respetada
oso de osar con mis palabras al pronunciarte,
y accedo como un tonto, a pretender cosas mayores que lo que mi propia
cremallera me permite…. Miro con mi condición de ser el más simple de los jodidos humanos
la miro con ojos de un venado que tiene pena. Me transmuto de nuevo en animal
en la bestia, tengo las patas de un toro, pero quizás pezuñas de cabras
he sido un maldito hechicero desde que soy pequeño
he provocado risas aquí en este mundo por mi aspecto de duende
la huella de mi mano se dibuja, cuándo la luz de la lámpara ahorradora de voltaje
se estampa en el resto de la grasa, del petróleo que mi mano dejó ahí
del aceite que producen mis garras de felino
mi cabeza de gorila, mis grandes cuernos de venado
mis ojos también de un venado, mi pena, mi condición de hombre
mi condena de ser un duende, un duende con máscara de zapoteca
con flores que emergen de mis labios de cielo azul
del canto de los pájaros, del rechinar del chapulín,
del crujir de las hojas secas al pisarse,
delramazo que toman las hormigas….
Y aquí me detengo

hace un momento que me detuve en mi mundo de todos los días
y vi que las hormigas cargaban pedazos de flores que dio la jacaranda
que vive afuera de mi casa, eran pedazos grandes y por un momento parecían flores
que caminaban, y pensaba que todo era un regalo, inapreciable,
del cual solo tomábamos la mínima parte y todo iba a parar de alguna
forma en los demás.  Así pienso en ti a veces, cargo con todas las flores que quisiera
darte con ese altar que quisiera ofrecerte
con ese amor brutal que quisiera follarte, con ese erotismo inhóspito
con esa franqueza irreprochable, quisiera montarte
como se monta a las hembras de los animales que
como yo, estamos conformados de los pedazos, de otros animales.

Culminaré de esta forma:
con aquel delirio que pedí al tiempo
por hoy ganas y gana tu mundo,
lo acepto, pero en algún momento,
mi sueño despertará

como lo hará tu vagina sagrada en mi mano



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